Querida cumpleañera divina, hija de los dioses de todas las religiones.

Cada vez que hablamos nos entendemos de una manera que me encoje el alma y me alimenta las ganas de no separarme más de ti. Contigo la vida es más real y la amistad es verdadera.

Eres la luz infinita que me acompaña, la amiga fiel que riega las flores de mi jardín con su cariño, su honestidad y lealtad.

Nuestras vulnerabilidades nos han dado vida y nuestros miedos, certezas.

Este es tu último año de la década de los 20 y mira atrás: fíjate en todo lo que has superado y todo lo que ahora sabes; fíjate en todo lo que eres y que antes no imaginabas; todo lo que no existía y que ahora hace parte de ti.

Me has enseñado a adorar los días de lluvia, a bailar hasta que te chorree el flequillo, a decir las cosas claras, sacar el genio y tener los pies en la tierra. Sobre todo, me has enseñado que la amistad es el amor más importante y los valores son nuestro calzado más seguro.

Tu florecimiento está en auge, abrázalo porque te mereces disfrutarte y estar muy orgullosa de ti. Te quiero muchísimo. Me muero de amor con cada detalle, cada risa o conversación, porque me reafirman la suerte que tengo de poder llamarte amiga.

¡Feliz vida!

PD: ¡¡Por mil viajes juntas hacia dentro y por el mundo entero!!